Lagrimeo es una de las funciones más importantes de nuestros ojos. Las lágrimas son secreciones acuosas y cristalinas que son producidas por las glándulas lagrimales con el objetivo de desempeñar funciones significativas e importantes en la fisiología ocular, tales como:
Proteger las superficies de los ojos en contacto con el aire exterior, manteniéndolas húmedas, evitando así la sequedad excesiva.
Proteger las estructuras oculares externas e internas de gérmenes patógenos como virus y bacterias.
Reducir la fricción de los párpados en sus movimientos de apertura y cierre.
Elimina el polvo u otros pequeños cuerpos extraños de la superficie del ojo.
Proporcionar nutrición a las superficies conjuntivales más externas.
El lagrimeo, sin embargo, además de ser una función sumamente importante para nuestros ojos, puede representar un problema cuando existen trastornos capaces de alterar sus funciones fisiológicas, tanto en términos de calidad como de cantidad. Los problemas pueden surgir a cualquier edad, pero existe una mayor prevalencia especialmente en la edad pediátrica en el primer año de vida y en sujetos ancianos a partir de los 60 años.
Los trastornos de lagrimeo tienen tres procesos patogénicos diferentes en su base, tales como:
Producción alterada de lágrimas, definida como producción excesiva o reducida.
Flujo de salida alterado, como en el caso de una obstrucción anatómica
Alteración de su composición química, cuando los componentes acuosos y lipídicos muestran alguna anomalía.
Las principales causas que pueden provocar un trastorno de lagrimeo son:
Infecciones oculares, especialmente conjuntivitis, blefaritis y queratitis.
Triquiasis, que son las pestañas que se frotan contra el globo ocular.
Lesiones traumáticas en el ojo como raspaduras, abrasiones, fracturas faciales o la penetración de cuerpos extraños
Irritantes ambientales externos como humo, smog, polvo o partículas de arena.
Anomalías congénitas del aparato lagrimal.
Síndrome del ojo seco
Anomalías anatómicas de los párpados.
Tumores que afectan el aparato lagrimal (entidades muy raras)
Efectos secundarios de algunas drogas.
Junto a la alteración del lagrimeo siempre existen otros síntomas asociados que pueden incluir, entre otros:
ojos rojos
Visión borrosa con agudeza visual reducida.
Edema de los párpados con picazón.
Costras alrededor de los ojos
Ojo seco
Fotofobia y dolor ocular.
En estos casos es necesario contactar con un oftalmólogo para realizar un examen utilizando las herramientas diagnósticas más adecuadas como, por ejemplo, el lavado de los conductos lagrimales. En la mayoría de los casos, el tratamiento utiliza una terapia médica local antiinflamatoria y antibiótica, ayudada por el uso de lágrimas artificiales (en caso de ojos secos). En otros casos, es posible que se requiera cirugía.
En general, sin embargo, el pronóstico de los trastornos del lagrimeo es bastante bueno, ya que se trata de afecciones que casi siempre se pueden resolver de manera definitiva, y que solo en raras ocasiones pueden recurrir con el tiempo. En cualquier caso, conviene recordar no subestimar nunca una alteración del lagrimeo, ya que en la base puede haber un trastorno ocular mucho más grave que requiera un diagnóstico oportuno y un tratamiento oportuno y eficaz para evitar sorpresas desagradables.